jueves, 27 de marzo de 2014

Pico Bodón

Volvemos a las tierras de Curueño a visitar a un viejo conocido, el Bodón. La otra vez lo subimos en primavera y me sorprendió muy gratamente, así que tenía ganas de conocerlo en invierno, vestido de blanco. La imagen que nos ofrece desde Lugueros, ya es motivo más que suficiente para querer estar de nuevo ahí arriba...






Parece que el día se complicaba y de repente se pone a nevar, pero vamos a por el!. Salimos de Llamazares, por un buen camino que va bordeando todo el cordal. 


Hasta adentrarnos en un hayedo por el que seguimos ganando altura, protegiéndonos del temporal.


A la salida del bosque, sólo nos queda girar a la derecha y se abrirá ante nuestros ojos la canal que nos conducirá hasta la Cuevona, a pocos metros ya de la cumbre.


Una canal amplia y no muy pendiente, pero que no da tregua.


De pronto deja de nevar, y el cielo se abre para mostrarnos a nuestras espaldas el Cordal de la Morala, que hace poco recorrimos.


Y por fin podemos ver la Cuevona, y a su izquierda el Bodón.


Seguimos subiendo, haciendo unas zetas pa no morir en el intento jejeje


Hasta alcanzar la Cuevona, que desde que la divisas a lo lejos, ya tienes ganas de entrar a explorar un poquillo, y más sabiendo que es la primera parada del día, se agradece...


Las paredes de la cueva enmarcan este precioso mirador



Y hacia la izquierda una inmensa grieta


A través de la cual vemos el camino que seguiremos en la bajada


Ya van llegando los últimos rezagados al punto de encuentro.


Tras la paradita, dejamos atrás la Cuevona para enfilar las últimas rampas que nos separan de la cumbre


Que desde esta perspectiva parece casi inexpugnable 


Dejando atrás la majestuosa cresta que une el Bodón con el Cueto Cabañas, que bordearemos a la vuelta para alcanzar el Collado de Valverde, desde el que volveremos a Llamazares.



Los últimos metros se hacen entretenidos, con alguna trepadilla para nada difícil.


Y por fin la cumbre, desde la que divisamos el pueblo de Lugueros al fondo del valle


Y unas vistas increíbles.



Bajamos de la cumbre retrocediendo nuestros pasos hasta la Cuevona


Para rodear toda la primera parte de la cresta por la pala de nieve de su derecha.



Una mirada atrás hacia el Bodón, una pedazo de montaña pese a no llegar a los dos mil metros


A la salida de la pala, aparece esta cornisa que superamos sin muchas dificultades 


Imposible dejar de mirar atrás, pero esta vez el cielo se había vuelto a apagar y otra vez se pone a nevar, añadiéndole un punto más de aventura a nuestra ruta.


Al fondo el Cueto Cabañas, que ya subimos en primavera pero no deja de llamarme...


Otra vez vuelve a despejar, esto es de locos... Nosotros seguimos cresteando, por esta parte mucho más accesible que su primer tramo.



Hasta llegar al Collado de Valverde, desde el que bajaremos de vuelta a Llamazares, primero por las praderas, luego atravesando de nuevo el hayedo, hasta llegar al camino en el que empezamos la aventura. El Cueto y yo no dejamos de cruzar las miradas, pero se va haciendo tarde y la gente ya está cansada... así que al final lo dejamos para otro día, habrá que volver...


Ya desde el pueblo podemos contemplar casi toda la ruta que hemos hecho. La canal de la Cuevona, justo en el centro de la imagen, los últimos metros hasta la cumbre y toda la arista que seguimos hasta el collado, a la derecha de la foto, para bajar a derechos hasta Llamazares.


Pese a haberme quedado con las ganas de una cumbre más, el Bodón no defraudó, y ya estoy pensando en volver a visitar el resto de sus caras, en las que he podido dibujar con la mirada infinidad de vías por explorar. Supongo que alguien ya lo habrá hecho antes, pero que más da, para mi siguen siendo nuevas e inciertas. Hay que volver!

No hay comentarios:

Publicar un comentario